Cuando ya casi habíamos perdido la esperanza de esquiar esta temporada, a mediados de marzo se abrió una ventanita por la que no dudamos en colarnos. El plan consistía en viajar hasta San Isidro y disfrutar de un par de jornadas de esquí junto a Alma, Emma, Aroa, Celia, Ana, Miguel y Guillermo, con quienes compartiríamos casita de turismo rural en Puebla de Lillo. La experiencia resultó un acierto total, con nieve suficiente para que los peques esquiaran de lo lindo y una ubicación estratégica para disfrutar de la gastronomía local de mano del siempre correctísimo restaurante Madrid.
Alejandra avanzó un pasito más en su habilidad con los esquís junto a sus amigas Alma y Aroa, y Pipo me volvió a demostrar que ha nacido para este deporte.
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Paradita para comer en las cuevas de Valdevimbre |
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Cervecita después de una rica jornada de esquí |
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Alejandra, Alma y Aroa, rumbo a su clase |
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Cinco soletes que lo pasaron genial |
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Estrenando su traje nuevo, Alejandra estaba así de linda |
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¡Equipooooo! |
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Me encantó esquiar con los dos |
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...y que disfrutáramos en familia |
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La clásica foto que quiero seguir repitiendo mientras me aguanten las piernas |
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En el embalse del Porma, ya de regreso a casa |